jueves, 20 de agosto de 2009

EXPECTATIVA VERSUS REALIDAD

Mañana se cumplirá exactamente 365 días en que Fernando Lugo asumió el cargo de Presidente de la República en medio de una esperanza generalizada de una sociedad demasiada castigada por su propia historia y por los desatinos e incapacidad de sus gobernantes. El acto de juramento, seguido por toda la ciudadanía paraguaya, era como si amaneciera el estreno de una nueva mañana. En ese momento inicial, en que todo parecía deslizarse sobre un terreno plano, sin altibajos hacia un cambio esencial en la política y en el relacionamiento del Estado y la sociedad, nosotros, desde este mismo programa televisivo, expresamos nuestra voz de alerta. Habíamos enunciado que la mayor amenaza para el nuevo gobierno lo constituían las expectativas tan desmedidas de la gente. Y sugeríamos medidas urgentes, en los primeros cien días, ante una situación en que la gente no se planteaba que iba a hacer cada una de ella para que se instale el cambio sino que esperaba que cayera del cielo, desde el poder, como mana del cielo las soluciones de los problemas históricos. Se esperaba un milagro, casi como si fuera una cuestión religiosa, en tanto que habían votado a obispo.

Un año es un tiempo suficiente como par medir las perspectivas de un gobierno. Y justamente anclándonos en las expectativas populares de cambio milagroso, la gente tiene ahora una sensación de que no se ha hecho nada. Que todo sigue paralizado e inclusive existe un retroceso. La verdad es que se fueron procesando algunos cambios pero no en la medida de lo que gente reclamaba. Existen elementos positivos en este gobierno, como el caso del reconocimiento del Brasil que tenemos el derecho de discutir y cambiar algunas cosas en referencia a Itaipú. En otras circunstancias, este éxito pudiera ser suficiente históricamente para juzgar al gobierno de Lugo, pero ante la las expectativas de la gente, este hecho casi ha pasado desapercibido como un verdadero hecho histórico.

La mayor falta del gobierno de Lugo, fue que en el primeros 100 días debía de frenar, poner límites a las expectativas, haciendo visible, cuáles eran sus prioridades, que se iba a solucionar y en que tiempo, alguna mínima agenda “solucionática”. En que aparezca claramente lo que pudiera hacer el gobierno y lo que no pudiera hacer en su administración. Dejar claro que el cambio era un proceso que lleva su tiempo. Debería haber convocado a unos cabildos abiertos a nivel de todo el país. Discutir con la ciudadanía un proyecto de país viable. Hubiera podido aprovechar la conmemoración del bicentenario para diseñar el nuevo país y con ese proyecto aprobado y aceptado por l a sociedad discutir con los partidos con representación parlamentaria para lograr gobernabilidad al cauce del cambio. No se ha hecho nada de esto y el proceso fue demasiado lento y en momentos empantanado. Desde el ex presidente Lagos, de Chile hasta el ex vicepresidente Alfonso Guerra de España dejaron mensaje sumamente claros de sus experiencias de cómo se construye una gobernabilidad pero el gobierno hizo oídos sordos. Sus funcionarios mayores adquirieron la soberbia de los nuevos ricos, es decir nuevos en el poder sin la experiencia necesaria en el ejercicio del poder. Lugo había prometido en su campaña que su gobierno estaría constituido por la mejor gente, la mas capaz del país. Sin embargo un cuoteo político fue la conformación de su gabinete. En vez de instalar a los mejores intelectuales del país en los cargos de embajadores, para manejar la nueva diplomacia del país, viejos funcionarios de la época dictatorial, que son los que tienen el escalafón diplomático, que hay cambiar con urgencia, y políticos se repartieron las embajadas, con resultados desastrosos.
Fernando Lugo tiene el desafío mayúsculo en su segundo año, incentivar la producción y sobretodo la recuperación productiva de los pequeños productores, como para combatir la pobreza. Iniciar en forma la Reforma Agraria, instalar una política de Estado en las relaciones internacionales, para lo que es necesaria una nueva Ley del escalafón diplomático. Las grandes mayorías sociales esperan demasiado de este gobierno que si no se cumplen mínimamente pudiera producirse una depresión social que pudiera ser muy peligrosa ya no solo para la gobernabilidad sino la propia estabilidad gubernamental.Emitido 14 de agosto de 2009

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