viernes, 13 de febrero de 2009

INTELECTUALES Y POLÍTICOS

En nuestro país la palabra intelectual tiene casi una connotación negativa. De allí el viejo refrán, tan en boga en nuestro medio, de "poetas y locos todos tenemos un poco". Sin embargo esta visión sobre el intelectual nada tiene que ver con la realidad ni con el concepto que se maneja en las ciencias sociales sobre él. Normalmente el término se refiere a una categoría o estrato social particular, "que se distingue por la instrucción y la competencia científica, técnica o administrativa superior a la media y que comprende a los que ejercen actividades laborales o profesionales especializadas". Son gente que ha adquirido en el ejercicio de la cultura una autoridad y un influjo en las discusiones públicas, de ahí, la importancia de su aptitud crítica y cuestionadora, la conciencia crítica de la sociedad, como se suelen autocalificarse ellos mismos.

La tradición de la modernidad, entendida ésta como el proceso histórico gestado desde el renacimiento hasta nuestros días, ha tenido a la intelectualidad como el postigo a través del cual se lee y construye la política, entendida ésta como la práctica humana que busca ordenar la sociedad. El intelectual ha pensado sobre ese accionar y ha podido explicar las necesidades de los sistemas políticos. La propia teoría del poder estatal fue la labor de un intelectual de primera magnitud, Nicolás Maquiavelo, quien sistematizando la información que le brindada la práctica del poder pudo escribir un manual excepcional llamado El Príncipe. Desde ese libro primigenio de la teoría política hasta el presente son los intelectuales quienes explican lo que hacen los políticos y a través de ello definen la política.

La connotación negativa de la intelectualidad fue tallada por la dictadura militar. Basta hojear la historia anterior a ella y encontraremos a nuestros grandes intelectuales como legisladores y ministros. Se puede citar a centenas de colorados y liberales que cumplieron papeles brillantes en sus respectivas funciones y fueron descollantes pensadores. En cambio hoy, al observar el mundo político, sobre todo a nuestros legisladores, cualquiera tiene vergüenza ajena. Nuestra clase política tiene tan poca formación intelectual que hasta no atinan a recurrir a la gente que sabe para construir la política de hoy. La ignorancia enmaraña de tal forma el hacer de la política que esta obstaculizando de tal manera la construcción del diseño y la puesta en práctica de una política que suponga construir el edificio cotidiano de la una sociedad y estado democráticos. La propuesta de cambio que enarbola Fernando Lugo, de por sí, demanda no solo la voluntad política sino el saber hacer los cambio. Ahora con la crisis financiera internacional desatada es perentoria la utilización de los mejores recursos humanos que cuenta la República, es decir el estamento de los que saben. De lo contrario no solo no habrá cambio sino estaremos peor que antes.

martes, 10 de febrero de 2009

LA DELINCUENCIA COMO BLASÓN SOCIAL

(Red Guaraní, emisión 6 de febrero de 2009)

El gobierno había iniciado el operativo de fuerzas conjuntas de policías y militares con la participación de la Fiscalía General de la República, denominada “operativo Jeroviá” para la búsqueda de los militantes del supuesto grupo guerrillero llamado Ejercito Paraguayo del Pueblo. Hasta ahora no han encontrado ni detenido a ningún guerrillero pero sí han podido penetrar en el imperio “liberado” de la mafia en las los departamentos de San Pedro y Amambay, destruyendo miles de hectáreas de marihuana. Se habla que existen 26.000 hectáreas del cultivo de esa hierba en todo el país y que existen una concentración importante en los departamentos que acabamos de mencionar, debido que todavía existen zonas boscosas, algunas casi impenetrables, que utilizando el sistema de rosado, cultivan en medio de los bosques la marihuana.

Da la casualidad que estos cultivos están en zonas de asentamientos campesinos cuyos líderes, que normalmente actúan como caudillos y están enterados de todo lo que sucede en el asentamiento, están exigiendo al Gobierno la suspensión del operativo en nombre de los derechos humanos. Esta situación pone en vilo el comportamiento de varios de los asentamientos campesinos que reivindican la tenencia de tierra y se enfrentan con campesinos de soja y otros cultivos legales. El cultivo de la marihuana está fuera de la ley, en el Paraguay. Entonces es delito cultivarla. Y bajo ningún sentido el estado puede consentir que la práctica mafiosa se convierta en blasón de las demandas sociales. La lucha por la tierra en el Paraguay viene desde antiguo y no puede hoy ser desmeritado por estos grupos de delincuentes que quieren usurpar el prestigio histórico de la lucha campesina.

Habría que felicitar al Ministro del Interior, Rafael Filizzola, que para muchos quienes lo conocían dudaban que el cargo fuera el mejor para él. El Ministerio del Interior, por calificación propia, es un ministerio duro y que el señor Filizzola pudiera ser más útil en la legislatura o algún ministerio como el de Relaciones Exteriores, por ejemplo. Sin embargo, para mentís de todos, esta haciendo una gestión excelente. Esta demostrando voluntad política, capacidad para enfrentar los problemas. Habría que ser justo y decir que tanto los policías como los militares están demostrando patriotismo, valentía en este operativo, que quiere liberar al Paraguay del poder de la mafia. La misma es muy perjudicial al ejercicio de la democracia y al desarrollo del país. Muchos malos políticos son financiados por estos grupos, llegan a los cargos electivos no para servir a sus votantes sino para servir a sus patrones: la mafia y sus negocios.

Derrotar a la mafia es ubicar al Paraguay en un sendero de desarrollo sostenible posible. Duro con ellos.