martes, 21 de julio de 2009

EL PARTDO LIBERAL EN SU LABERINTO

El partido Liberal conmemora 122 años de existencia en medio de un laberinto, dividido en varios sectores sin que ninguna de ellos tenga la hegemonía ideológica y política como para encarnar la entidad partidaria como conjunto. En medio de ese caos, pretender ser gobierno y no ser parte de la Alianza política que sostiene a ese gobierno del que son parte, al ocupar la vicepresidencia y la titularidad de varios ministerios.

Nunca, como ahora, el partido liberal estuvo tan ausente de una cosmogonía ideológica que lo agrupara como identidad ni una práctica política propia, que los diferencie esencialmente de los otros partidos.

El partido liberal cuenta con una larga experiencia en el gobierno como en la llanura. Nacido, en 1877, como un partido de oposición, con una bandera y una práctica política bien definida, llegaron al poder en 1904 y se mantuvieron en él hasta 1936. Durante la dictadura militar de Higinio Morínigo fueron declarados fuera de la Ley. Y el partido liberal se transformó en un partido clandestino, heroico, luchador por la libertad y los derechos del pueblo. Un tendal de mártires, tenaces luchadores contra toda opresión, durante todo el período de dictadura militar hasta 1989, en que fue derrotada la más sangrienta y longeva dictadura de la historia paraguaya, la del gral. Stroessner. El partido liberal en el gobierno y en la llanura siempre tuvo una identidad propia. Estando en el gobierno se recuerda a las grandes personalidades que dirigían el estado y el partido. Sus dirigentes eran de primer nivel intelectual y en la llanura se convirtieron en el más numeroso partido de la resistencia.

En la democracia perdió su ruta. Se le esfumó su identidad. En la mañana del 3 de febrero tenía 70 mil afiliados. En los años posteriores creció en más del 1000 por ciento. Los nuevos que ingresaron pertenecían más a la cultura política construida por los colorados que de los que le combatieron. El partido perdió su rumbo, su mismidad y hoy está extraviado entre el ser y no ser de Hamlet. El Paraguay necesita de partidos definidos sobre ejes bien claros y precisos y con estrategia propia y previsible para la construcción de un nuevo tiempo o no podrá responder a la historia. (Emitido del 10 de julio de 2009)

lunes, 20 de julio de 2009

ATENTADO CONTRA LA DECENCIA

Una vieja sentencia latina dice que la mujer del César no solo debe ser sino que debe parecer. Es decir se exige a las personas que ocupan cargos públicos sean, antes que nada, decentes.

No hace falta ser moralista como para entender que las fotos hechas públicas por medios impresos y por Internet del flamante embajador paraguayo en Chile, nada tiene que ver con la decencia sino todo lo contrario. Armando Espínola parece ser que olvidó que uno de los valores que habla más de una persona es la decencia, para vivirla se necesita educación, compostura, buena presencia, respeto por si mismo y por los demás, una muy notable delicadeza en lo que hace a la sexualidad humana y todo lo que de ella se deriva.

Pero este olvido del señor Espínola no solo lo ha desnudado a él corporalmente, como lo hacen las fotos publicadas sino que vuelve traslucido todo su ser, su propia mismidad. Es muy difícil desmentir esas fotos, que hablan de por sí solas, sean cual fueren las circunstancias en que fueron tomadas. La decencia no solo uno usa como un guante en los lugares públicos sino que la misma es parte inherente al ser mismo de las personas.

Lo peor del caso, es que no solo se embadurna de escándalo a sí mismo, a su familia sino a la propia institucionalidad de la República. El Paraguay nuevamente es noticia por un escándalo escabroso de un alto funcionario público, esta vez, nada más ni nada menos que un representante diplomático del estado paraguayo.

Al gobierno de Fernando Lugo, como si no se le faltaran problemas, se amanece en la puerta con este escándalo no buscado por nadie. Es indudable que el cargo de embajador, que ostenta el señor Espínola, es parte del cuoteo político del partido liberal, del cual el es un conspicuo mimbro. Esto hace que el problema se convierta en otro problema político que va a distraer la atención de los gobernantes y de los partidos políticos que en vez de ocupar su tiempo en el país se tiene que ocupar de deslices particulares que se convierten, por fuerza, en públicos. En aras del bien de la República se impone que el flamante embajador paraguayo en Chile, renuncie. (Emitido el 17 de julio de 2009)

Cuando lo imprevisible es la norma

Las negociaciones en el Parlamento para la elección de autoridades de ambas Cámaras constituyen signos clarividentes de lo cambiante e inestable que puede ser la política en el Congreso, cuyas implicancias registra la liviandad del ejercicio ideológico de los partidos políticos que tienen representación parlamentaria.

Los arreglos para la nominación de las candidaturas no solo ya cambiaron en el transcurso de los días sino de minuto a minuto. Ningún experto de análisis político ni siquiera los propios senadores o diputados tenían certeza de nada. Nadie podía adivinar como quedaría la directiva de ambas Cámaras. Sólo al filo de esta mañana pudo definirse las candidaturas ganadoras y aún así se tuvo que esperar el resultado de las votaciones para saber con exactitud.

Esta situación no es fruto de una modernidad sino todo lo contrario, demuestra que todavía en nuestros actores políticos perviven viejas costumbres premodernas. En la práctica política paraguaya no existe previsibilidad, un elemento fundamental de la modernidad, como tampoco existen programas ni planes que formulen el futuro. Los partidos políticos no tienen un modelo de país que se debe construir, andan a la deriva, plantean sus opiniones y ejecutan sus políticas de acuerdo a la ocurrencia de última hora y no como resultado de un pensamiento estratégico definido y consensuado entre todos los miembros de su partido. De ahí que las alianzas, los acuerdos, las concertaciones que se realizan en el parlamento y fuera de él tienen una fragilidad tendiente a nada. En ese contexto se entiende el traqueteo de cada año para las elecciones de la dirigencia del congreso. Se llega a acuerdos puntuales para la elección de autoridades que al otro día cada partido puede hacer lo que se le ocurra sin tener en cuenta que pactaron para nombrar las autoridades. Las alianzas que se constituyen no suponen bajo ninguna forma una alianza de políticas públicas a largo plazo como para sostener una política estratégica de estado que garantice el bienestar de la población sino que se convierten en una lucha por ganar espacios de poder sin ninguna contraprestación a la nación sino pura y exclusivamente que beneficie al partido o a sus miembros o directamente a los señores legisladores. Y así nos va, por estas tierras Sancho.