lunes, 20 de julio de 2009

Cuando lo imprevisible es la norma

Las negociaciones en el Parlamento para la elección de autoridades de ambas Cámaras constituyen signos clarividentes de lo cambiante e inestable que puede ser la política en el Congreso, cuyas implicancias registra la liviandad del ejercicio ideológico de los partidos políticos que tienen representación parlamentaria.

Los arreglos para la nominación de las candidaturas no solo ya cambiaron en el transcurso de los días sino de minuto a minuto. Ningún experto de análisis político ni siquiera los propios senadores o diputados tenían certeza de nada. Nadie podía adivinar como quedaría la directiva de ambas Cámaras. Sólo al filo de esta mañana pudo definirse las candidaturas ganadoras y aún así se tuvo que esperar el resultado de las votaciones para saber con exactitud.

Esta situación no es fruto de una modernidad sino todo lo contrario, demuestra que todavía en nuestros actores políticos perviven viejas costumbres premodernas. En la práctica política paraguaya no existe previsibilidad, un elemento fundamental de la modernidad, como tampoco existen programas ni planes que formulen el futuro. Los partidos políticos no tienen un modelo de país que se debe construir, andan a la deriva, plantean sus opiniones y ejecutan sus políticas de acuerdo a la ocurrencia de última hora y no como resultado de un pensamiento estratégico definido y consensuado entre todos los miembros de su partido. De ahí que las alianzas, los acuerdos, las concertaciones que se realizan en el parlamento y fuera de él tienen una fragilidad tendiente a nada. En ese contexto se entiende el traqueteo de cada año para las elecciones de la dirigencia del congreso. Se llega a acuerdos puntuales para la elección de autoridades que al otro día cada partido puede hacer lo que se le ocurra sin tener en cuenta que pactaron para nombrar las autoridades. Las alianzas que se constituyen no suponen bajo ninguna forma una alianza de políticas públicas a largo plazo como para sostener una política estratégica de estado que garantice el bienestar de la población sino que se convierten en una lucha por ganar espacios de poder sin ninguna contraprestación a la nación sino pura y exclusivamente que beneficie al partido o a sus miembros o directamente a los señores legisladores. Y así nos va, por estas tierras Sancho.

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