lunes, 22 de junio de 2009

LA JUSTICIA ES EL PERDON DE LOS PECADOS SOCIALES

Sabino Augusto Montanaro, el otrora hombre fuerte de la dictadura de Alfredo Stroessner, quien desde su cargo hacía torturar a la gente hasta dejarle sin vida o inútil y mantenía en prisiones por largas décadas a personas que soñaban con un país sin persecución ni miedo. Montanaro llegó al país después de 20 años de exilio, pretendiendo escudarse en la edad para no responder por los miles de crímenes cometidos, durante más de 20 años en el cargo de Ministro del Interior, conocido en esa época como ministerio del terror.

Para que exista perdón él debe pagar por sus crímenes a la sociedad. Por dicha, el Paraguay ya no vive como se vivía cuando el mandaba, y entonces será juzgado y condenado por la Justicia, sin que se violente sus derechos. Tiene la suerte de que en Paraguay tiene un estado de derecho logrado gracias a la sangre, el dolor y la vida de mártires y los combatientes por la democracia, a quienes él tan tenazmente persiguió, lo que le permite a él gozar de ese derecho que él no respetó a ninguno.

El hecho de la edad, igual que el dictador Augusto Pinochet o los criminales de guerra nazi, no le exculpa de sus crímenes. Es un anciano pero mientras esté lúcido y entienda porque se le juzga y se le condene o se libere, no existe ningún obstáculo.

Los enterrados bajo la tierra, sin cruz mi marca que los memorie, los miles de familiares de víctimas que ansían un sitio visible a donde llorar a sus muertos, las víctimas de torturas inenarrables esperan desde sus cicatrices visibles o invisibles, los miles de exiliados, que rompieron sus lazos familiares por décadas, los que ayer fueron niños familiares de víctimas o víctimas ellos mismos, que hoy en la edad adulta siguen sufriendo las consecuencias de esas persecuciones, claman justicia. Sabino Augusto Montanaro, quien durante gran parte de su vida, desde el poder y abusando del poder, persiguió a todos aquellos que no eran como él, debe pagar sus culpas a la sociedad no solo para saciar la sed de justicia de la propia sociedad sino para que él mismo pueda reconciliarse con la sociedad que lo viera nacer.
(emisión del 8 de mayo)

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